miércoles, 9 de marzo de 2011

Escribir SMS a la velocidad del rayo



Ya no se escriben cartas. Los mensajes SMS han ocupado su lugar. Más sencillos, más breves, más rápidos, más inmediatos... sin necesidad de ir con la carta en el bolso, comprar el sello, encontrar el dichoso buzón amarillo. ¿Quién se acuerda de escribir a mano? Mi letra no la entiendo ni yo, como para contar algo a los demás. Con esa excusa, mis últimas cartas han sido enviadas por el servicio postal de Correos pero escritas a ordenador, ¿qué impersonal, no?

Según estudios recientes, los españoles enviamos a diario cien millones de SMS a través de teléfono móvil. Si no llegamos a 50 millones de personas en este país, y de ahí hay que descartar a los menores y a los ancianos que no usan el móvil para comunicarse, quiere decir que hay gente que envía mínimo 3-4 SMS diarios.



Además, se han convertido en una fuente de ingresos económicos para compañías de teléfono, organizadores de concursos, adivinadores y futurólogos o tertulias de programas de televisión, donde los televidentes opinan en tiempo real de lo que se está hablando a través del envío de SMS, con lo que financian parte del sueldo de los tertulianos asistentes.

Las citas médicas las recibimos a través de SMS, el aviso del mecánico cuando el coche está reparado, los scoops periodísticos, el pronóstico del tiempo antes de salir de casa, los minutos de espera que nos quedan en la parada del autobús para que llegue, las tareas del jefe para primera hora del día siguiente, los detalles de peso y talla del hijo recién nacido de todos nuestros primos o amigos, las felicitaciones navideñas y de cumpleaños, los comentarios o actualizaciones de nuestro perfil en el FB...; por no hablar de un montón de spam, que nos llena el buzón del móvil de publicidad sin haberlo pedido.


Definitivamente, la literatura epistolar está de capa caída. Ha sido sustutuida por la inmediatez, la rapidez, lo coloquial... Entre eso, y la necesidad de ahorrar caracteres, a veces los SMS son auténticos jeroglíficos que te hacen cavilar hasta descubrir qué te están contando, que recuerdan más a los antiguos telegramas donde por economizar se eliminaba todo los superflúo. SMS sí, por favor, pero cumpliendo las reglas míninas de ortografía que luego se nos escapa un "Te Kiero", así sin más, y nos quedamos tan anchos.